Muchas veces recuerdo aquella frase escrita en el cartel colocado en la parte superior de la pared de entrada al laboratorio de química de la Escuela Técnica Superior de la Universidad Politécnica de Madrid (España), donde realicé mis estudios de ingeniero agrónomo, y que decía a modo de recomendación general para los estudiantes, "en el laboratorio hay que trabajar de acuerdo con las cinco primeras letras del sustantivo, y nunca según las ocho últimas". En general, aunque siempre existen algunas 'excepciones' a toda regla o norma escrita, la mayoría de los estudiantes que realizábamos nuestras prácticas en ese laboratorio teníamos muy presentes esta frase, claro está que el ámbito de la formación académica universitaria no es extrapolable a otros niveles de la enseñanza, en especial aquellos relacionados con la capacitación profesional y empresarial, en los que niveles de conocimientos son muy dispares.
En este sentido, cuando las prácticas de laboratorio se desarrollan con un alumnado de otros perfiles educativos, y con grupos de niveles de formación heterogénea, e incluso frecuentemente sin una base técnica suficiente, solo reforzada en algunos casos por una experiencia laboral previa, parece evidente que la metodología utilizada en el diseño de los programas formativos debe adaptarse a estas condiciones, si se quiere obtener buenos resultados en el desarrollo de las sesiones prácticas.
En los programas de prácticas impartidos, en grupos reducidos, en la Planta Piloto de Lácteos de Hinojosa del Duque (Córdoba), y una vez expuestos y explicados en lenguaje asequible para el colectivo receptor, los fundamentos de cada técnica analítica y realizada su demostración in situ por el profesorado encargado de la actividad formativa en las distintas sesiones de laboratorio, se fomenta la participación conjunta de los alumnos, con objeto de vencer el 'temor' a lo desconocido, en especial de aquellas personas menos familiarizadas con el manejo de los equipos, instrumentos y protocolos de trabajo en el área de control de calidad.
Por una parte, se trata de aprovechar la experiencia y habilidades adquiridas por algunos trabajadores y técnicos del sector lácteo, para que al mismo tiempo puedan actuar como 'alumnos colaboradores' con sus compañeros del curso, fomentando así el proceso de aprendizaje 'por descubrimiento', lo cual se ha comprobado que refuerza la adquisición de conocimientos y destrezas, mejorando notablemente la eficacia de los programas de sesiones prácticas y propiciando una mayor integración en el grupo del alumnado participante.
En la fotografía se muestra un grupo de alumnos del curso de elaboración de quesos realizando unas determinaciones analíticas en el laboratorio de química de la Planta Piloto de Lácteos, con objeto de comprobar las condiciones de calidad de la leche empleada en el proceso productivo.
En la fotografía se muestra un grupo de alumnos del curso de elaboración de quesos realizando unas determinaciones analíticas en el laboratorio de química de la Planta Piloto de Lácteos, con objeto de comprobar las condiciones de calidad de la leche empleada en el proceso productivo.
Fuente: Circular informativa (1998). Asociación de Queseros Artesanos de Andalucía (AQAA). Gonzalo Ramírez Miquel (presidente). Sede AQAA: Bobadilla Estación (Málaga, España).
José Luis Ares Cea (coordinador de la Planta Piloto de Lácteos, Consejería de Agricultura y Pesca)