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jueves, 14 de mayo de 2015

INVESTIGACIÓN: EFECTO FORRAJE Y DIETA PROTEICA EN PRODUCCIÓN Y COMPOSICIÓN DE LECHE DE CABRA GRANADINA (ESPAÑA)

En un trabajo de investigación se ha estudiado el efecto de la forma física de presentación de la fracción de forraje de la dieta alimentaria y de la fuente proteica utilizada, sobre la producción y composición de la leche de cabra Granadina (Granada, España).

La posibilidad de llegar a cambiar la composición de la leche por medio de la manipulación de la alimentación del animal productor, resulta aunque limitada, factible, dependiendo esto no sólo del aspecto de composición que se desea alterar, sino también de las características particulares del animal en cuestión. Sobre la cantidad de proteína de la leche son el contenido energético y/o proteico de la dieta, los que ejercen una mayor influencia. La no degradación de parte de la proteína dietética en el rumen junto a su posible absorción a nivel intestinal, es una estrategia que puede llegar a modificar la cantidad y/o composición de la proteína láctea producida

Igualmente, la forma física de presentación de la fracción forraje de la dieta es capaz de determinar cambios sobre el contenido en grasa y/o proteína de la leche, cambios originados en virtud de los que se establecen en la fermentación ruminal. En relación con lo expuesto, y respecto en lo que a la cabra se refiere, la información disponible, junto con resultar escasa, parece apuntar a que tratándose de dietas isoenergéticas e isonitrogenadas, este animal se muestra poco sensible a las particularidades de su dieta en lo que a la composición de su leche se refiere.

De acuerdo con estos antecedentes, y teniendo en cuenta la importancia de la especie caprina en España y, en concreto, del volumen de leche producido en Andalucía (más del 50% del total nacional), esencialmente con fines industriales para la elaboración de quesos, puede ser interesante analizar el efecto que, sobre la producción de leche de cabra Granadina, podría tener la utilización de dietas en las que la fracción forraje, fuese heno de alfalfa o alfalfa granulada, y donde parte de la proteína dietética quedara constituida por diferentes fuentes que resultaran más o menos degradables a nivel del rumen, concretamente habas grano, torta de girasol, gluten de maíz y semilla de algodón. 

En este trabajo se han utilizado cinco lotes de cinco cabras Granadinas, que se encontraban a la mitad de su segunda lactación, alojadas a lo largo del período experimental, en boxes individuales de 1,2×1,3 m, formándose lotes homogéneos de acuerdo con su peso y producción láctea. Teniendo en cuenta sus necesidades nutritivas, cada animal recibía diariamente una dieta compuesta por 1 kg de forraje y 1 kg de concentrado, suficiente para producir hasta 2 kg de leche por animal y día. Los tratamientos consistieron en el empleo de cinco dietas diferentes según la forma física de presentación de la fracción forraje o la fuente proteica utilizada. La fracción forraje de las dietas 1, 3, 4 y 5, quedaba constituida por un heno de alfalfa, mientras que la de la dieta 2, consistía en el mismo alimento en forma granulada. El 20% de la proteína total de cada dieta, fue aportada por habas grano (dietas 1 y 2); torta de girasol (dieta 3); gluten de maíz (dieta 4), y semilla de algodón (dieta 5), resultando las cinco dietas prácticamente, isonitrogenadas e isoenergéticas (17,90 ± 0,32% de proteína bruta, y 18,17 ± 0,30 MJ/kg MS energía bruta). Los animales se mantuvieron bajo las condiciones experimentales durante un período de 19 días, correspondiendo los 14 primeros al período de adaptación y los cinco últimos a la fase experimental. Al comienzo de cada jornada (9 horas), y una vez recogidos los rehusados, se ordeñaban las cabras manualmente, administrándose a continuación la dieta del día; primero la cantidad de concentrado y a continuación la de forraje, disponiéndose de agua ad libitum. Al comienzo de la experiencia, así como el día primero y último de la fase principal, se pesaban los animales, controlándose también durante dicho período principal, las ingestas y las producciones de leche, llevándose a cabo, igualmente, una recogida de heces. Las muestras de las fracciones de las dietas ofrecidas, de las cantidades no consumidas de las mismas, así como alícuotas de heces se congelaban a –20° C hasta el momento de su análisis. Del mismo modo, las muestras de leche se guardaban a –30° C, hasta proceder a su análisis.

El contenido en materia seca (MS) y nitrógeno (N) de las muestras de forraje y concentrado ofrecidos y de sus restos, de las heces y de la leche, así como el contenido en grasa de esta última, se determinaron en materia fresca, siendo los demás análisis realizados en muestra seca. La MS del alimento se determinó en estufa a 100 ± 2° C, y la de las heces y leche, se llevó a cabo por liofilización. El N del alimento, heces y leche, se valoró por el método de Kjeldahl, expresándose en proteína bruta, PB = 6,25 N, para el alimento y las heces, y en PB = 6,38 N para la leche. La cantidad de grasa de la leche se determinó por el método de Gerber; calculándose la de alimentos y heces, por extracción con éter de petróleo previa hidrólisis clorhídrica. La cantidad de cenizas de las tres clases de muestras, se calculó por incineración en horno eléctrico a 550° C, y la de energía por combustión en bomba calorimétrica adiabática. El contenido en fibra neutro detergente (FND), fibra ácido detergente (FAD) y lignina ácido detergente (LAD), se determinó, tanto en las muestras de alimento como de heces, de acuerdo con el método de Goering, Van Soest (1970). La cantidad de lactosa, de las muestras de leche, se estimó por diferencia entre la MS correspondiente y la suma de proteína, grasa y cenizas. Las diferentes fracciones proteínicas contenidas en la proteína láctea, se determinaron a partir de leche entera, por electroforesis en gel de poliacrilamida con agentes desnaturalizantes (PAGE-SDS) en equipo automatizado: PhastSystem (Pharmacia, Uppsala, Sweden). Los geles de PAGE-SDS fueron del 12,5%. Las condiciones electroforéticas y la tinción, se realizaban de acuerdo con «Pharmacia SDS-PAGE in homogeneous media» (PhastSystem technique File N.º 111) y «Pharmacia fast coomassie staining» (PhastSystem Technique File N.º 200), respectivamente. La cuantificación se llevó a cabo mediante un analizador de imagen (Bio Image, Millipor Corp., USA) siguiendo el programa «Whole Band Analysis 3.2». El análisis de la composición en ácidos grasos de las muestras de leche, se realizó por cromatografía gaseosa. Los correspondientes ésteres metílicos se analizaron con un cromatógrafo Perkin Elmer provisto de inyector automático, columna capilar SP-2330 de 60 m y 0,32 mm de diámetro interno (Supelco, Inc.) y un detector de ionización de llama. Se empleó un gradiente térmico con una temperatura inicial de 60° C, la que se incrementaba hasta los 70° C con un calentamiento de 2° C/minuto y una segunda rampa de 20° C/minuto, hasta alcanzar la temperatura final de 230° C, manteniéndose estas condiciones durante 15 minutos. Como gas portador se utilizó He a un flujo de 14 psi, siendo las temperaturas del inyector y detector, de 250 y 275° C, respectivamente. Los resultados obtenidos se analizaron estadísticamente de acuerdo con el modelo general lineal (Steel, Torrie, 1984). El análisis de la producción de leche (g/animal y día) se realizó considerando la ingesta correspondiente de materia seca como factor de covarianza. De igual modo, las concentraciones de materia seca, proteína, grasa, lactosa y energía, así como las cantidades de las distintas fracciones proteínicas, se analizaron considerando como factor de covarianza las producciones correspondientes de leche. Los valores medios se comparaban por medio del test de rango múltiple de Duncan.

Los resultados obtenidos muestran un valor del peso medio (en vivo) de los animales de 47,0 ± 3,1 kg, no sufriendo, en ningún caso un cambio superior a ±1 kg a lo largo del período experimental. En cuanto a los valores de las tasas de ingesta de MS (g/kg0,75·día) conseguidas según dieta, así como los de la relación forraje/concentrado, no se han detectado en ninguno de los dos casos, diferencias significativas (P>0,05). Las únicas diferencias estadísticamente detectadas, fueron las referentes a la digestibilidad de la grasa y de la energía, así como el contenido en energía digestible de la materia seca. La digestibilidad de la grasa y de la energía resultaba máxima para la dieta 2, detectándose, en el primer caso, diferencias significativas (P<0,05) respecto de los valores calculados para las dietas 1 y 4 y, en el segundo caso, sólo entre esta dieta y la dieta 4. Los contenidos en energía digestible de la materia seca de las dietas 2 y 5, resultaban iguales y máximos, detectándose una diferencia significativa (P<0,05) en relación con el valor correspondiente a la dieta 3.

De acuerdo con el análisis estadístico practicado, los valores medios (medias ajustadas) de producción de leche (g/animal y día) y de composición de la misma en cuanto a su contenido en materia seca, proteína, grasa, lactosa, caseína y proteína sérica, así como de las fracciones determinadas tanto de caseína como de proteína sérica (g/kg de leche), y los contenidos energéticos (MJ/kg de leche), la mayoría de estos parámetros quedaban en un principio afectados por el factor de covarianza correspondiente, cantidad de leche producida según ingesta (P<0,05) y composición de la leche según cuantía de su producción (P<0,05). En este caso, sólo las cantidades de lactosa, α-lactalbúmina, α-caseína y β-caseína resultaron no afectadas por la cantidad de leche producida (P>0,05). Al mismo tiempo, el tipo de dieta ejercía diferentes efectos en la composición de la leche (P<0,05) independientemente de la cuantía de la producción correspondiente, concretamente sobre su contenido en materia seca, proteína, caseína, proteína sérica, seroalbúmina, α-lactalbúmina, β- y κ-caseína. Según estos resultados, las concentraciones en materia seca correspondientes a las dietas 2, 4 y 5, además de no mostrar diferencias entre sí (P>0,05), resultaban estadísticamente superiores (P<0,05) al valor debido a la dieta 1. Las concentraciones en proteína estimadas para las dietas 1, 2, 4 y 5, resultaban no diferentes (P>0,05), detectándose, al mismo tiempo, una diferencia significativa (P<0,05) entre los valores correspondientes a las tres primeras dietas indicadas y el deducido para la dieta 3. Las cantidades de caseína total y de β-caseína correspondientes a las dietas 2 y 4, eran estadísticamente superiores (P<0,05) a los valores deducidos para las demás dietas. La concentración de seroalbúmina alcanzaba un valor máximo para la dieta 1, diferente estadísticamente (P<0,05) de los correspondientes a las dietas 2, 4 y 5. Finalmente, el valor más alto para la α-lactalbúmina se detectaba para la misma dieta 1, que en este caso se mostraba diferente (P<0,05) sólo de los correspondientes a las dietas 2 y 4.

Respecto a los valores medios (%) de la composición en ácidos grasos de la grasa de la leche, según tipo de dieta, los resultados obtenidos para la dieta 1 muestran un valor de ácido butírico (C4:0) más alto (P<0,05) que los correspondientes a las dietas 2 y 4. Igualmente, la cantidad de ácido caprílico (C8:0), para la misma dieta 1, se mostraba superior (P<0,05) que el valor debido a la dieta 5. Los porcentajes de ácido cáprico (C10:0), láurico (C12:0) y mirístico (C14:0) correspondientes a la dieta 5, resultaban más bajos (P<0,05) que los debidos a todas las demás dietas. Por el contrario, los porcentajes de los ácidos esteárico (C18:0), oleico (C18:1) y linoleico (C18:2), alcanzaban los valores más altos para la misma dieta 5, detectándose respecto del primero, segundo o tercero de estos ácidos, diferencias (P<0,05) frente a las cantidades correspondientes a todas las demás dietas, a las número 1 y 2 o a las 1, 2 y 3, respectivamente.

Analizando los resultados obtenidos se pueden enumerar las siguientes conclusiones:

1-Ingesta de materia seca. Razón forraje/concentrado de las mismas: A pesar del resultado estadístico aquí inferido según el cual no se detectaban diferencias significativas entre las tasas de ingesta de materia seca, así como entre las relaciones forraje/concentrado, bajo consumo de la dieta 1 parecía conseguirse una ingesta más alta, alcanzándose bajo la administración de la dieta 2, la fracción de forraje más baja. El primer aspecto indicado puede ser a la fuente proteica alternativa incluida en la dieta 1, probablemente la de mayor degradación ruminal, ya que los granos de las leguminosas en general, y el de habas en particular, presentan en la cabra un alto contenido en proteína rápidamente degradable en rumen. Asimismo, se conoce que las dietas con proteína más degradable alcanzan tanto en la vaca como en la cabra, una mayor ingesta. Respecto del menor consumo de forraje detectado bajo empleo de la dieta 2, conviene recordar que uno de los aspectos más típicos del comportamiento nutritivo de la cabra es su singular selección del alimento disponible, teniendo lugar una caída en la ingesta cuando en virtud de la forma de presentación del mismo. En este sentido, varios autores han constatado que cuando se alimenta a las cabras en lactación con un heno picado en vez de bajo la forma de fibra larga, la ingesta de los animales disminuye, por la menor posibilidad de selección de la dieta alimentaria. Independientemente de estos comentarios, los valores medios encontrados en este trabajo para las tasas de ingesta de materia seca por unidad de peso metabólico, resultan ser cantidades normales para la cabra en lactación.

2-Coeficientes de digestibilidad de los distintos nutrientes. Contenido en energía digestible de las dietas: En relación con la digestibilidad que una dieta presenta en la especie caprina, lo primero que es necesario indicar es que las variables más determinantes, son las que se refieren a su composición química, no pareciendo importante ni el nivel de ingesta alcanzado ni el de producción láctea conseguido. En este sentido, la composición de las dietas en este trabajo fueron muy similares, diferenciándose prácticamente solo en cuanto a su contenido en grasa, valor que resultaba mayor para la dieta 5. Igualmente, se conoce cómo la forma física de presentación del alimento, puede afectar a su digestibilidad, dando lugar la granulación normalmente, a una menor digestibilidad. Sin embargo, no siempre es este el resultado obtenido para algunos autores, que señalan que la molienda y la granulación de diferentes tipos de forrajes, da lugar en la cabra a una mejor digestibilidad bien de todos los nutrientes o al menos de algunos de ellos. Los resultados obtenidos en el presente trabajo muestran valores superiores de la digestibilidad de la grasa y del contenido en energía digestible de la dieta 2 respecto de la 1, estableciéndose diferencias a un nivel de P<0,05 y P<0,10, respectivamente. Si bien el primero de estos resultados pudo quedar afectado por la distinta ingesta alcanzada entre ambas dietas, el mayor contenido en energía digestible detectado para la dieta 2, parece indicar la existencia de una mayor digestibilidad, no pudiéndose descartar el ser éste un resultado debido, bien directa o indirectamente, a la distinta forma física de presentación de su fracción forraje. Respecto de la dieta 5, se obtenía frente a la 1, una mayor digestibilidad de la grasa, detectándose, igualmente, una alta digestibilidad de la fibra y contenido en energía digestible, en este sentido, se conoce que la semilla de algodón, fuente alternativa de proteína de dicha dieta, se caracteriza por presentar una fracción alta de proteína bypass, siendo un excelente concentrado energético y poseyendo a la vez, una fibra muy digestible.

3-Cantidad y composición de la leche producida: Bajo la ingesta de unas dietas prácticamente isoenergéticas e isonitrogenadas, la cantidad de leche de cabra producida depende, en un principio, de la ingesta de materia seca alcanzada. Diversos estudios indican que la ingesta de alimento es el principal factor que afecta a la producción de leche de cabra, y además en la mitad de la lactación, la correlación entre ingesta energética y cantidad de leche producida, llega a ser de 0,83. Igualmente, se explica en las cabras, las variaciones individuales de la producción bruta de leche, esencialmente, en función de las de su ingesta voluntaria de materia seca. En el presente trabajo, la cantidad de leche producida fue estadísticamente analizada considerando las tasas de ingesta de materia seca como factor de covarianza, resultando la producción determinada de manera significativa, sólo por la ingesta, la que llegaba a explicar el 95,4% de la varianza total, no ejerciendo al respecto la dieta efecto significativo alguno. Respecto de la composición de la leche producida, también resulta bien conocido que de manera general, existe una relación inversa entre la cantidad de la misma y la concentración de sus constituyentes. Por este motivo, y dado que el objetivo esencial de este estudio era el de determinar el efecto del tipo de dieta sobre la composición de la leche, los valores de los distintos parámetros indicativos de dicha composición, menos los referentes a la de la grasa en ácidos grasos, se analizaron considerando como factor de covarianza la cantidad de leche en cada caso producida.

4-Forma física de la fracción forraje de la dieta y composición de la leche producida: En el animal rumiante en general, el modelo de fermentación ruminal en cada caso establecido, depende de la naturaleza de la dieta en cuestión. El empleo de concentrados ricos en carbohidratos solubles, la caída en la razón forraje/concentrado, el menor tamaño de la partícula de fibra o la presentación de esta en forma granulada, son circunstancias tendentes a hacer menos eficiente el proceso de formación de ácido acético, principal precursor de los ácidos grasos que se sintetizan en la glándula mamaria, produciéndose, en consecuencia, una leche de menor contenido en grasa. Sin embargo, al utilizar en la cabra raciones cuyas características de composición se sabe que determinan en el bovino el indicado síndrome de producción de leche de bajo contenido en grasa, se vienen obteniendo resultados no siempre indicativos de tener lugar un hecho similar, resultados que algunos autores interpretan que en la especie caprina, y a no ser que se alteren desmesuradamente las características de composición físico-químicas de su ración, ésta llega a tener sólo un efecto indirecto sobre la composición de la leche producida, en relación con la ingesta de alimento alcanzada; normalmente, se establece que la cabra parece resultar menos sensible que la vaca al síndorme de producción de leche de bajo contenido en grasa. Los resultados obtenidos en este estudio sobre el efecto de la forma física de presentación de la fracción forraje de la dieta, parecen confirmar este hecho, deduciéndose para el consumo de la dieta 2 (dieta con fracción forraje granulada) frente a la dieta 1 (dieta con fracción forraje en forma de heno), la producción de leche con un contenido graso no diferente. Sobre las posibles causas que pueden determinar la ausencia de este efecto, algunos autores señalan que el comportamiento nutritivo del pequeño rumiante en general y de la cabra en particular, puede manifestarse cómo, por distintos motivos, estos animales satisfacen por medio de los ácidos grasos volátiles, una fracción menor de sus necesidades energéticas, alcanzando su estatus energético un protagonismo especial en cuanto a la cantidad y composición de su leche. En la vaca, se ha constatado que las características de composición de la ración alimentaria que determinan una caída en el contenido en grasa de la leche obtenida, inducen a su vez, normalmente, a la producción de una leche de mayor contenido en proteína y, paralelamente, a una mayor cantidad de las fracciones proteínicas más importantes. En este sentido, y a pesar de no haberse detectado en estos ensayos en cabras una caída en el contenido en grasa de la leche producida, a causa del empleo de la fracción forraje de la dieta en forma granulada, se ha constatado una mayor cantidad de caseína total, y de las fracciones β- y κ-caseína. Otros autores, utilizando distintos tipos de forrajes en cabras, no obtienen a partir de la leche producida un rendimiento en queso diferente, que podría ser debido a no haberse alterado la proteína coagulable formada. Los resultados obtenidos en nuestro trabajo mostraban un distinto aporte de grasa digestible entre ambas dietas, cantidades que resultaban iguales a 19,8 y 23,6 g/kg MS, para la dieta 1 y 2, respectivamente, coincidiendo con otros estudios en los que se constata que la suplementación grasa, incluso en pequeña cantidad, puede determinar cambios en las propiedades tecnológicas de la leche de cabra, concretamente, con un menor tiempo de coagulación, formándose un coágulo de mayor firmeza, que indican la presencia de una mayor cantidad de caseína coagulable. Según algunos autores, cuando a causa de la naturaleza de la ración se induce en el rumiante el síndrome de caída en el contenido en grasa de la leche, se produce al mismo tiempo, una grasa de composición en ácidos grasos diferente, aumentando la proporción de insaturados y disminuyendo la de saturados, aspecto éste que no se deducía en los ensayos realizados en el presente estudio, siendo el porcentaje de ácidos grasos saturados de la grasa de la leche correspondiente a las dietas 1 y 2, iguales a 71,1 y 70,3%, resultado nuevamente indicativo de no haberse producido el síndrome indicado. En la cabra en lactación y junto al efecto predominante que el estatus energético del animal parece tener sobre la composición de su leche, se deducen resultados indicativos de no producirse cambios en la composición en ácidos grasos de la grasa láctea, según las características de la ración. Este hecho queda demostrado por diversos autores, al utilizar en cabras diferentes tipos de concentrados en función de la naturaleza de sus hidratos de carbono, obteniendo una grasa de la leche cuya composición en tres grupos de ácidos grasos: C4-C12, C16, y C18:0+C18:1, aparecían sin diferencias según tipo de dieta suministrada (concentrado). Este mismo hecho se ha demostrado en nuestros ensayos, siendo los porcentajes de esos mismos tres grupos de ácidos grasos iguales a: 22,1, 30,3 y 35,9% para la grasa de la leche producida bajo consumo de la dieta 1, y 21,6, 29,9 y 39,8% para la de la dieta 2, respectivamente.

5-Fuente de proteína utilizada y composición de la leche producida: Los sistemas que hoy se utilizan para estimar las necesidades de proteína del animal rumiante en lactación, distinguen entre la fracción de proteína dietética que al degradarse en rumen puede dar lugar a proteína microbiana, y aquella otra que al escapar de la fermentación ruminal llega de ese modo al intestino delgado. Desde la introducción de estos nuevos sistemas, se vienen llevando a cabo una serie de estudios tendentes a establecer el efecto que diferentes fuentes de proteína, más o menos degradables, pueden llegar a tener sobre la producción láctea correspondiente, todo ello con la pretensión de llegar a optimizar el rendimiento del proceso en cuanto a la producción de proteína láctea. Sin embargo, los resultados obtenidos al respecto no son siempre los esperados, señalándose diferentes causas, pareciendo ser la principal que para que una suplementación con proteína no degradable pueda tener un efecto positivo sobre la producción de proteína láctea, la composición aminoacídica de aquella, debe ser tal que dé lugar a una suplementación de la proteína microbiana. En este sentido, diversos autores obtienen resultados contradictorios en la especie caprina, analizando el efecto de la sustitución de la proteína de la soja por la de otras fuentes menos degradables; otros estudios indican que en la mayoría de los casos, y bajo empleo de dietas isoenergéticas e isonitrogenadas, el contenido en proteína total o en caseína de la leche de cabra no parece resultar muy sensible a un cambio en la fuente proteica de la ración. Las diferentes fuentes de proteína utilizadas en los ensayos del presente trabajo (habas, torta de girasol, gluten de maíz y semilla de algodón), se han elegido teniendo en cuenta que las habas son un alimento muy apetecido por la especie caprina, presentando su proteína una alta degradación ruminal; mientras que las otras tres se eligieron por considerarse unos buenos concentrados proteicos, más o menos ricos en proteína bypass. Los resultados obtenidos bajo el empleo de dietas diseñadas con estas fuentes proteicas fueron mejores en el consumo de la dieta 4 (gluten de maíz), siendo éste, un gluten feed, con un 18,83% de PB, y 50,95% de FND. La leche producida bajo consumo de esta dieta, alcanzó la mayor concentración de proteína, resultando la cantidad de caseína total, y β-caseína, superior a la conseguida al emplear cualquiera de las demás dietas. Ninguna de las otras dos dietas, 3 y 5, diseñadas igualmente con objeto de obtener una leche de composición diferente en cuanto a su contenido proteico, originaron los efectos positivos esperados, resultando incluso la leche producida bajo consumo de la dieta 3 (torta de girasol), con un contenido sensiblemente menor en proteína. La dieta 5 (semilla de algodón), si bien no se detectaba como diferente en cuanto a la cantidad de proteína total de su leche en relación con las dietas 1 y 4, presentaba frente a esta última, una sensible menor cantidad de caseína total. Por tanto, y respecto de las cuatro fuentes diferentes de proteína utilizadas, sólo el gluten de maíz determinó a nivel de la composición de la leche producida, unos resultados francamente satisfactorios. Otros autores, al emplear en la alimentación de cabras, dietas en las que intervenía como fuente proteica una harina de soja o un gluten de maíz, obtienen una mayor producción de leche con el segundo de estos alimentos, atribuyendo dicho resultado al mayor contenido en proteína no degradable del gluten. Respecto de la composición de la grasa de la leche producida bajo consumo de las dietas diferentes, según su fuente proteica, la única dieta que, en nuestro caso, daba lugar a una leche con una grasa de composición distinta, era la 5, la que junto con presentar menores proporciones de ácidos grasos de 10-16 átomos de carbono, mostraba mayores niveles de esteárico, oleico y linoleico, efectos ambos derivados del mayor contenido en grasa que dicha dieta presentaba, lo que sin duda daba lugar a que una mayor proporción de grasa de origen dietético, llegara a constituir la de la leche, mostrando ésta mayores proporciones de ácidos grasos con 18 átomos de carbono.

Como conclusión final, y resumiendo los resultados obtenidos, se puede afirmar de un modo general, que es posible modificar la composición de la leche de cabra mediante la manipulación de sus dietas alimentarias.


Autoría: M.R. Sanz Sampelayo y colaboradores (1998)
José Luis Ares Cea (recopilación científica)